domingo, 28 de noviembre de 2010

EL MONJE ASESINO

El 23 de Octubre de 1836 aparece una noticia en Gazette des Tribunaux de Paris remitida por el corresponsal en Barcelona sobre el juicio que se sigue en esa ciudad contra un ex monje de Poblet, librero en Barcelona, y acusado de matar a varios clientes y a un importante librero de la ciudad.
El hecho tiene una importante repercusión en Europa muestra de ello es que a los 10 días es reimpresa la misma información en el semanario “Le voleur” y la noticia vendida a un periódico de Leipzig para posteriormente publicada en el resto de Europa. Sobre la historia autores del renombre de Jules Junin y Gustavo Flaubert escriben sendas obras. Convirtiéndose la historia en uno de los pocos mitos góticos más importantes con que cuenta la ciudad de Barcelona.
Fray Vicente era bibiotecario en Poblet, apenas leía pero conocía de memoria las más antiguas colecciones, los lugares de impresión y su fecha. Era un apasionado más del envoltorio que del contenido. Sólo vivía por y para los libros, era su pasión, sentía un placer casi enfermizo el olor de sus hojas, el tacto de su encuadernación, las láminas que iluminaban los volúmenes. Y se pasaba horas y horas de deleite junto a ellos olvidándose de otros quehaceres.
Con la quema de conventos que se produce en Cataluña en 1835 el Monasterio de Poblet es incendiado. Fray Vicente antes de ver destruidos por las llamas sus adorados libros selecciona los más raros volúmenes y abandona el monasterio yendo a recalar a Barcelona donde abre una librería en la calle Arcos de los Encantes. Zona en la que están situadas las más importantes tiendas de la ciudad.
Su olfato por los libros raros y su conocimiento de las ediciones más antiguas le hacen conseguir un prestigio muy superior a sus competidores y se convierte en el librero con más ventas de la ciudad. Su olfato particular y el conocimiento adquirido en los muros del Monasterio de Poblet le hacen conseguir en las subastas libros de un valor incalculable al tratarse de ejemplares únicos que los demás competidores desconocen.
Esos hechos despiertan la envidia del resto de libreros y en especial de Agustin Patxot.
Patxot convence al gremio de libreros para confabularse contra el ex monje y propone pujar hasta el máximo en las subastas para quitarle todos los libros que puedan tener interés.
Poco a poco la librería de Fray Vicente va quedándose sin libros que atraigan a los clientes, sólo tiene acceso a la compra de lo que otros no quieren y las ventas bajan. En su librería sólo tienen algún valor los volúmenes que ha ido coleccionando durante años, libros únicos que el considera una reliquia.
Las deudas le ahogan y un día ante la insistencia de un cura que entra en su tienda y ante el altísimo precio que le ofrece le vende uno de esos incunables que con tanto amor ha guardado durante años. Durante la transacción ha puesto mil pretextos para no venderlo, ha manifestado que está mal conservado, que está rehecho a mano, que no será una buena compra. Pero de nada sirven sus alegaciones porque el cliente duplica el importe de compra y con dolor Fray Vicente acaba vendiéndoselo. Arrepentido minutos después parte con el dinero a fin de devolvérselo a cambio del libro. Lo alcanza en la calle Mayor, insiste en que anule la compra, le ruega que le devuelva el libro. Pero no consigue nada con sus súplicas y al llegar a un lugar desierto de las Atarazanas le clava un cuchillo que le hace brotar sangre por la boca, le da la extremaunción y lo remata con unas nuevas puñaladas. Cubre el cadáver con unas ramas y recuperando el libro regresa a su librería sin remordimiento feliz de haber recuperado un volumen de tanto valor.
Días después vuelve a vender otro libro y en esta ocasión el desafortunado comprador es un joven autor alemán al que después de múltiples golpes de puñal arroja al mar.
A estas dos muertes siguieron otras nueve más entre las que destacan el alcalde honorario de la primera sala de la audiencia real, así como a un alcalde mayor, un estudiante de Cervera y un alto cargo del ayuntamiento.
Su modo de captar a las victimas es diferente. Cuando a algún comprador le interesa un volumen de los que el considera raros, espera que el cliente este distraído mirando las hileras de libros para separar una serie de hojas sin dañar el libro. El comprador no se da cuenta de ese hecho pero no tarda en volver a devolvérselo cuando en su casa descubre la ausencia de varias hojas. Allí, haciendole pasar a la trastienda pidiendo disculpas Fray Vicente de la librería les da muerte, aunque bajo de estatura es recio y fuerte y no necesita a nadie más para ese fin. Al llegar la noche con el muerto a la espalda lo abandona fuera de las murallas de Barcelona.
Ese considerable incremento de crímenes en Barcelona levanta la alarma social. Las autoridades están perplejas, no se trata de ningún robo, todos llevan dinero y joyas que no les han sido robadas. Tampoco se hayan motivos políticos a esos crímenes, puesto que son de diferentes ideologías, no encontrandose ningun nexo que las una. Sólo hay una cosa en común todos ellos son unos apasionados del estudio, doctas personas que su único placer es el conocimiento. Pronto se sospecha que pueda tratarse de una especie de Tribunal Secreto o una nueva versión del Santo Oficio creado para castigar a enemigos de la iglesia por los desordenes del año anterior. Fray Vicente aparece en la lista que las autoridades poseen sobre personas propensas a pertenecer a ese tribunal al haber sido monje.
Un día salió a subasta un libro que se consideraba único “los Fueros de Valencia” la primera edición de 1482 impresa por el alemán Lambert Parmart. Fray Vicente lo desea, si lo consigue será el libro más importante de su colección.
Al comenzar la puja se nota la confabulación del resto de libreros contra Fray Vicente. Uno tras otro chafan las contraofertas del ex monje. El último pujador y quien acaba por llevarse el libro es Agustín Patxot, ese que enfrentó a los libreros contra Fray Vicente. Se comenta que Fray Vicente al perder la puja lloró como quien pierde un hijo y que maldijo al nuevo propietario con palabras similares a: bien poco durará ese libro en tu poder Patxot.
Esa misma noche aprovechando que es muy calurosa y Patxot ha dejado la ventana de su casa abierta Fray Vicente se introduce, se acerca a Patxot que duerme ajeno a lo que le espera y le rodea el cuello con una cuerda enjabonada extrangulándolo. Recorre la casa y hasta que no posee los Fueros de Valencia en sus manos no es feliz. Siente placer al acariciarlo. Acto seguido incendia la casa.
El corregidor encargado del caso no ve ningún indicio de violencia en el cadáver al estar incinerado. En un repaso a lo que no ha quedado quemado no se nota ausencia de nada significativo, el dinero encontrado en una mesa le confirma que no se ha tratado de un robo. Sus ultimas conclusiones son que el drama ha sido originado por que Patxot se quedó dormido en la cama con un cigarrillo encendido y éste había originado el incendio.
Una visita casual de un magistrado a la librería de Fray Vicente le hace encontrar el Fuero de Valencia en lo alto de una estantería. Reconoce el libro porque en su día se habló de la importante puja que se produjo a raíz de su posesión. Inmediatamente ordena la detención de Fray Vicente. Aunque al principio el ex monje niega su participación en el crimen al final termina confesando cuando hace prometer al magistrado que las obras coleccionadas durante tantos años y de tan importante valor no serán separadas que siempre tendrán un único propietario. El magistrado da su palabra y la confesión de sus crímenes le valen la condena de muerte por garrote vil.

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