domingo, 17 de octubre de 2010

MEMORIA NEGRA DE HOSPITALET - EL CASO DEL CADAVER DESCUARTIZADO

El 22 de Septiembre de 1962 apareció flotando en el mar, junto al faro de la desembocadura del Llobregat, un cesto que contenía un cráneo al que faltaban las orejas, la lengua y el cuero cabelludo. En el mismo cesto se encontraban las orejas en un envoltorio y dos pies cortados por el tobillo.
El macabro descubrimiento fue inmediatamente puesto en conocimiento de la Brigada de Investigación Criminal, comenzando en ese instante las pesquisas para localizar al culpable del descuartizamiento. La presencia de una mujer denunciando la desaparición de su marido es el punto de arranque para dar con el paradero del asesino.
La policía descubre que el esposo, de nombre Federico Cortés González, había sufrido una operación de estómago hacía tres años y a consecuencia de ella no podía continuar con su trabajo en el puerto dedicándose desde entonces al contrabando de tabaco que sacaba de los buques anclados en el puerto y que luego vendía, negocio que le permitía llevar una vida desahogada.
Las investigaciones conducen hasta un bar del Barrio Chino barcelonés, concretamente en la calle Escudillers y allí descubren que Cortés era un personaje conocido en los más sórdidos ambientes. Se supo también que dos días antes un sujeto anduvo por el bar solicitando hablar con la víctima y le dejó una nota para poder entrevistarse.
Con estos datos los inspectores iniciaron la investigación dando sus frutos en la detención de Rafael Enamorado de Paz, soltero de 62 años, residente en Hospitalet en los bajos del número 32 de la calle Paris.
El detenido, como era de esperar, negó al principio su participación en el homicidio pero tras el careo con el dueño del bar donde dejó la nota para la víctima y al ser reconocido, por los vecinos del inmueble de la calle Paris, como el propietario de la cesta en que fueron encontrados los restos humanos, confesó que conocía a Cortés desde hacia unos años y, sabiendo que podía hacer un negocio de contrabando de tabaco inglés lo citó en su casa para que acudiera con cien mil pesetas, el mismo importe que él también aportaría para el negocio.
Como más tarde pudo saberse, Federico Cortés reunió esa cantidad al pedir a dos amigos suyos que le prestaran veinticinco mil pesetas uno, y treinta mil el otro; las restantes las aportó de su bolsillo.
El viernes 21, acudió a la cita y hubo una fuerte discusión entre ambos que terminó con Federico Cortés en el suelo derribado por los golpes de Rafael Enamorado. Una vez en el suelo con una navaja Rafael Enamorado le asestó varios golpes que le causaron la muerte. Después le quitó el cuero cabelludo con la navaja, le seccionó lengua, pies y manos, descuartizando el cuerpo en pequeños pedazos. Puso parte del cuerpo en dos cestos y se marchó a Casa Antúnez, donde después de poner arena en ellos los arrojó al mar. Desde la orilla, lejos de su alcance, vio como uno de los cestos se hundía y el otro, para su desesperación, quedaba flotando. El resto de los miembros los fue arrojando a las alcantarillas en diversos lugares del trayecto de regreso a Hospitalet.
Año y medio después, el 17 de Marzo del sesenta y cuatro el Tribunal de la Sección Quinta señala la causa del robo con homicidio seguida contra Rafael Enamorado de Paz. Tanto fiscal como acusación privada solicitan que le sea impuesta la pena de treinta años de reclusión mayor.
El día del juicio se da cita numeroso público. Se repasa la vida de Rafael Enamorado, chófer de oficio y se dice de él que se dedicó después de la guerra a la compra y venta de automóviles usados y que más tarde intervino en contrabando de tabaco siendo sancionado tres veces por la Delegación de Hacienda, motivo por el cual tenía un documento de identidad a nombre falso para evitar el ser conocido.
El fiscal acusa al inculpado en sus conclusiones de haber recibido en su domicilio a Francisco Cortés González, con el propósito de robarle las cien mil pesetas con que se presentó, cantidad que la policía recuperó en el piso de la calle Paris.
El tribunal considera al procesado autor de cuatro delitos: De homicidio, de hurto que excede de cincuenta mil pesetas, de falsificación de documento de identidad y otro delito de uso público de nombre supuesto. La suma de las penas impuestas asciende a veintitrés años de reclusión a lo que se añade que debe indemnizar a la familia de la víctima con la cantidad de ciento cincuenta mil pesetas.
Y así terminó la historia del cadáver descuartizado hallado en la desembocadura del Llobregat.
(Emitido en "El abierto a la ciudad" de Radio Florida y en "Estació Central" de TeleHospitalet)

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