domingo, 17 de octubre de 2010

MEMORIA NEGRA DE HOSPITALET - POLVORA EN SANTA EULALIA

27 de Julio de 1881, cruce de Riera Blanca con la carretera de Santa Eulalia. Las dos de la madrugada para documentar la escena con mayor precisión. A esa hora, ese día y en ese lugar una partida de forajidos se dedica a asaltar a toda persona que comete la imprudencia de pasar por allí. Hasta ese momento la noche no ha sido lo que podría llamarse fructífera para los ladrones, sólo han conseguido robar 15 pesetas a una mujer y ocho a un joven; muy poco dinero para ser dividido entre seis. El carro que ven acercarse les hace concebir la esperanza de un buen botín.
El jefe de los bandoleros se adelanta con intención de amedrentar al conductor; pero se ha equivocado de víctima. Ramón Artiller, que por ese nombre responde el carretero, ha servido de corneta en el Regimiento de Infantería Ceuta 54 y como mas tarde lo describirá “La Vanguardia” era “hombre de pelo en pecho, audaz, listo y capaz de todo”.
Impertérrito escucha las amenazas del bandolero y, creyendo que el bandido se encuentra sin su cuadrilla, alcanza el revólver del pescante y lo descarga en el pecho del maleante. Los compañeros del delincuente, sin dar tiempo que Artiller reaccione se abalanzan sobre él, le infringen una puñalada en el costado y le hieren mortalmente con sus armas de fuego.
La detonación de los disparos llamó la atención de algunas personas de Hospitalet y rápidamente se toca a somaten. En el lugar del suceso sólo es descubierto el cadáver del carretero y al capitán de la partida de ladrones gravemente herido.
Se constituye el juzgado en el mismo lugar y se determina que el cadáver de Ramón Artiller quede en Hospitalet y el bandolero sea conducido al hospital de la Santa Cruz para intentar su curación, operación estéril porque a las pocas horas fallece.
Las autoridades designan al jefe del orden público de la zona, Señor Iriarte, para la captura de la partida de bandoleros. Sus investigaciones no tardan en surtir efecto y es detenido uno de los atracadores, Ramón Pellicer.
La captura de Pellicer pone a Iriarte sobre la pista del resto de la banda. Poco a poco los asesinos son detenidos. Sólo uno permanece en libertad, Juan López Adrián conocido por el alias de Che por ser natural de Valencia.
Durante seis días Iriarte y sus hombres siguen infructuosamente el rastro de López Adrián. Su detención no resulta tan fácil como la de sus compañeros de correrías. Escurridizo cambia cada noche de domicilio lo que complica su detención.
Por fin se descubre que la última noche la pasó en una casa de San Gervasio y que cada día a las ocho de la mañana visita a un pariente suyo que trabaja en las obras del Seminario Conciliar que bajo los auspicios del obispo José María Urquinaona se está construyendo en el Ensanche.
En las inmediaciones del Seminario se prepara una celada con el objetivo de dar caza al fugitivo. Siguiendo las instrucciones de Iriarte varios agentes se distribuyen por los alrededores disfrazados de obreros. A las ocho de la mañana, como estaba previsto, aparece López Adrián. Los agentes le dan el alto pero el criminal emprende la fuga y se refugia bajo el puente que cruzan los ferrocarriles de Sarria. Rodeado por las fuerzas del orden y sin posibilidad de escapatoria no tarda en entregarse.
De esa forma era detenido y puesto a disposición judicial el último de los responsables del trágico suceso ocurrido en la carretera de Santa Eulalia. Un episodio que hizo parecer Hospitalet un lugar del lejano oeste.
(Emitido en "El abierto a la ciudad" de Radio Florida de Hospitalet)

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